En enero, después de celebrar unas hermosas vacaciones en México al lado de la familia y compartir con ellos y amigos la noticia, regresamos a nuestro nidito en Columbus, NE. Fuimos a nuestra siguiente consulta médica a realizar el ultrasonido tan esperado para ver a nuestro pequeño. Lamentablemente no recibimos buenas noticias, ya que el doctor localizó no uno, sino 2 sacos en el útero, pero ambos vacíos, sin bebés.
Nos dijo que existían 2 opciones, la primera, que quizá hayamos perdido la cuenta y tuviéramos menos de 5 semanas de embarazo o la segunda, que el embarazo se detuvo y no continuarían desarrollándose esos saquitos. Después de eso vinieron algunos exámenes, muestras de sangre en laboratorio, y una larga espera.
Los exámenes arrojaron la segunda opción, mi hormona del embarazo comenzó a irse en picada, cuando lo correcto sería que aumentara cada semana, así que lo único que esperábamos, era que mi cuerpo rechazara los saquitos vacíos y los arrojara, dejando libre el lugar para el futuro. El doctor nos dijo que era algo muy normal, no significaba que algo estuviera mal conmigo o mi esposo, simplemente ocurría en uno de cada 6 embarazos y no pude creer que una de cada seis mujeres estuviera pasando por lo mismo. De igual modo, nos dijo que el cuerpo reacciona de esa forma cuando el «producto» es muy defectuoso, por cuestiones de selección natural. Cuando me puse a investigar, resulta que era cierto, un sin fin de mujeres había experimentado lo mismo o lo estaba viviendo en ese momento. No tuve mas remedio que pensar «todo pasa por algo» y «Dios no se equivoca».
Fue algo muy duro y doloroso de experimentar, nuestro único consuelo es que no estábamos perdiendo a ningún bebé ya que no lo había y además que pronto podríamos intentarlo de nuevo. Aunque jamás olvidaré la desilusión tan grande, el dolor tan intenso y esa sala de emergencias tan fría y vacía.
Diario de mi Bebé 